viernes, 22 de septiembre de 2023

 

EL SECTOR AGRARIO Y LA AGENDA 2030

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible está contenida en una resolución aprobada por la Asamblea de las Naciones Unidas en septiembre de 2015. En su preámbulo se define como un plan de acción en favor de las personas, el planeta y la prosperidad, así como para favorecer la paz universal.

Reconoce como objetivo fundamental, la erradicación de la pobreza en todas sus formas, incluida la pobreza extrema, constituyendo este objetivo u requisito indispensable para el desarrollo sostenible.

Marca 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS) y 169 acciones. De estos objetivos, cinco de ellos tienen especial relación con el sector agrario y agroalimentario. Son el número 2: poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible. El número 6: garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos. El número 7: garantizar el acceso a una energía asequible, fiable, sostenible y moderna para todos. El número 12:  garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles y el número 13: adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos.

Como puede apreciarse la palabra sostenible, está incluida en todos los mencionados objetivos. La Comisión Brundtland de la ONU definió la sostenibilidad “como aquello que permite satisfacer las necesidades del presente, sin comprometer la habilidad de las futuras generaciones de satisfacer sus necesidades propias”.

Entiendo que la sostenibilidad trata de cohonestar dos posiciones: desarrollo económico y protección de la naturaleza. Muchas veces determinadas organizaciones ecologistas, arrimando la ascua a su sardina, dan prioridad al medio ambiente sobre el desarrollo económico de las generaciones actuales.

En mi opinión la Agenda 2030 y los ODS son un bienintencionado documento, que marca deseos muy loables, pero que a veces son contradictorios entre sí. Creo que habrá pocas personas en el mundo que puedan oponerse, en general, a los objetivos del documento en cuestión.

Por centrarnos en lo que concierne al sector agrario y agroalimentario y al logro de poner fin al hambre en el mundo, veamos algunas reflexiones.

En la actualidad pueblan la Tierra unos 7.700 millones de habitantes. La ONU estima que en el año 2050 la población del planeta crecerá hasta los 9.700 millones de personas.

La ineludible necesidad de alimentar una población exponencialmente creciente, hizo evolucionar la agricultura desde una producción muy ligada a la que daba la propia naturaleza, hasta una agricultura industrial, la llamada revolución verde, con presencia de nuevos regadíos, maquinaria agrícola movida por combustibles fósiles,  variedades de plantas cultivadas cada vez más productivas hasta llegar a los transgénicos, nuevos fertilizantes de síntesis y agroquímicos diversos, así como sistemas intensivos de producción ganadera. Esta evolución en la agricultura y en la ganadería fue imprescindible para poder alimentar a la población a unos precios asequibles. 

A pesar de esta revolución agroalimentaria, con datos de 2021 de la ONU, 811 millones de personas, más del 10 % de la población mundial está subalimentada. Pero es que además 3.000 millones de seres humanos (casi el 40 % de la población del mundo) no tienen acceso por su carestía a una dieta saludable.  

La necesidad de alimentar a una población en aumento creciente, ha llevado a tener que elevar la presión sobre los recursos naturales, especialmente las tierras agrícolas y el agua para regadío, según la FAO.

Esta agencia de la ONU advertía en su publicación World Agriculture: Towards 2030 que, tomando como base las necesidades alimentarias mundiales de 1998, de cara a asegurar la alimentación de la población de la Tierra en el año 2030, habría que aumentar la producción de alimentos en un 81 % y esto habría que conseguirlo incrementando la superficie de tierra cultivada en un 23 % y el uso del agua en un 14 % solamente.

Esto exige un aumento de la productividad, especialmente de las tierras en regadío que son la base indispensable para asegurar la alimentación a los habitantes del planeta y cumplir uno de los objetivos básicos de la Agenda 2030.

De igual modo la Agenda 2030 propone una gestión y uso eficiente del agua, y el abastecimiento de agua potable a toda la población, sin disminuir la calidad de la misma, así como mejorar el saneamiento y la depuración.

Paralelamente se propugna garantizar el acceso universal a servicios energéticos, fiables, asequibles y modernos, duplicando la tasa mundial de eficiencia energética.

Y también garantizar el consumo y producción sostenibles, reduciendo a la mitad el desperdicio de alimentos. Y la gestión ecológicamente racional de los productos químicos.

Y por último adoptar medidas frente al cambio climático que aumenten la capacidad de adaptación a los riesgos del mismo, movilizando ingentes recursos, 100.000 millones de dólares anuales para atender las necesidades de los países en vías de desarrollo.

Como se ve unos objetivos teóricos muy amplios, que no definen medidas concretas y que a veces son contradictorios. Si se quiere eliminar el hambre en el mundo, han de producirse los alimentos necesarios y para eso hay que utilizar tierras y aguas y también fertilizantes y determinados fitosanitarios. Porque, de momento, no hay otra forma de conseguirlo.

Y la segunda cuestión es la incógnita del grado de implicación y cumplimiento por parte de los países, que tendría que ser de mayoría muy absoluta.

Las nuevas tecnologías y la investigación estimo que harán posible alcanzar los objetivos de sostenibilidad para que el planeta pueda seguir vivo y alimentando a la población a precios razonables y tratar de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Dada la reducida duración del plazo previsto, entiendo que será difícil alcanzar los múltiples objetivos que prevé la Agenda 2030. Podrían haber sido algo menos ambiciosos y más realistas. Veremos.

 

 

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