¿SALIMOS
DE LA SEQUÍA EN EXTREMADURA?
Las
abundantes precipitaciones acontecidas en los meses de noviembre y diciembre
del año recién terminado, han supuesto un notable alivio para la persistente
sequía que nos ha acompañado en los últimos tiempos.
La
falta de lluvia y las altas temperaturas han afectado sensiblemente a los
pastos y a los rendimientos de los cultivos de secano, especialmente al olivar
y a los cereales. La carencia de agua ha impedido el riego, en la campaña del
2022, de extensas superficies en las zonas regables extremeñas sobre todo en la
cuenca del Guadiana, en donde miles de hectáreas especialmente de cultivos como
el arroz, el maíz y el tomate para industria han quedado en secano.
Este
episodio de lluvias de los dos últimos meses del año pasado, aunque un poco
tardío para salvar muchos cultivos de secano, ha supuesto un respiro para la
agricultura y la ganadería que han visto como los resecos campos cambiaban del
color pardo al verde y, de paso, ha generado entradas de agua en las charcas de
abrevadero y también en los embalses que, sobre todo en la cuenca del Guadiana
en Extremadura, se encontraban bajo mínimos.
El
campo extremeño ya luce su verdor típico de las otoñadas lluviosas, y los
pastos crecen ayudados por las temperaturas templadas que hemos disfrutado. Los
hombres y mujeres del campo, que lo están pasando bastante mal, pues perciben
precios de sus productos incapaces de cubrir los costes de producción, los
cuales han experimentado incrementos desmesurados, ven en estas lluvias un rayo
de esperanza que les permita mantener sus explotaciones e ir recuperando su
viabilidad económica.
Las
lluvias de los dos últimos meses han sido muy abundantes. Veamos la
pluviometría recogida en estaciones de la Red de Asesoramiento al Regante de
Extremadura (REDAREX) durante los meses de noviembre y diciembre del pasado
año. En la cuenca del Guadiana la estación de la finca La Orden ha recogido 215
mm y la de Jerez de los Caballeros 206 mm. En las estaciones de la cuenca del
Tajo las precipitaciones han sido más abundantes: Coria ha registrado 247 mm y
Talayuela 424 mm. Prácticamente casi la mitad de lo que llueve en un año.
Una
vez saturado el suelo, ha comenzado el proceso de escorrentía de agua hacia los
embalses y ya se está notando un incremento en el volumen de agua acumulada en
los mismos.
En
los embalses de la cuenca del Guadiana extremeño a fecha 16 de enero de 2023,
había acumulados 2.624 Hm3, lo que representaba 363,7 Hm3 más que lo que había
acumulado en las mismas fechas del año anterior. Un respiro indudable, aunque
no definitivo, sobre la situación de penuria que mostraban los embalses a
principios del año hidrológico 22 – 23.
Si
hacemos las cuentas, una campaña del agua en el Guadiana extremeño precisa, en
grandes números de 2.330 Hm3, con el siguiente reparto: 120 Hm3 para dos años
de abastecimiento urbano; 1.150 Hm3 para cultivo no permanentes de regadío y 80
Hm3 para cultivos permanentes; 800 Hm3 de caudales ecológicos y 180 Hm3 para
evaporación de los embalses.
Si
estimamos que un 10 % del agua embalsada no es utilizable y restamos lo
correspondiente a abastecimiento, caudales ecológicos y evaporación, nos
quedaría un volumen de 1.261,6 Hm3 disponibles para el riego, el cual necesita
1.230 Hm3 para atender a las necesidades de los cultivos permanentes o no. Esto
supondría que actualmente disponemos un poco más del 100 % de los recursos
hídricos necesarios para el riego con lo cual, prácticamente tendríamos
cubierta la campaña de riegos próxima. Esto supondría un gran alivio para las
zonas regables del Guadiana extremeño, que fueron muy castigadas el año
anterior y sufrieron notables pérdidas económicas.
Los
meses de enero, febrero, marzo y abril en Extremadura suelen se meses de
aportación de agua de lluvia a los embalses, con lo que la campaña de riegos
estaría asegurada de sobra, si todo transcurre con normalidad.
Todavía
quedan algunos embalses como Alange, Tentudía y Los Molinos que acumulan
niveles muy reducidos de agua y podrían dar algún problema puntual en abastecimiento
urbano principalmente.
En
la cuenca hidrográfica del Tajo extremeño, la cosa pinta mucho mejor y a fecha 16
de enero de 2023 los embalses de riego acumulaban 726 Hm3 más de agua que el
año anterior, lo cual asegura la campaña de riegos del 2023. La situación mejorará
con las previsibles precipitaciones de invierno y primavera y posibles
deshielos del sistema montañoso de Gredos.
Claro
que en esta cuenca habrá que contar con que Iberdrola no lleve a cabo los
indiscriminados desembalses que efectuó la campaña anterior, y que le
produjeron suculentos beneficios caídos del cielo, pero que afectaron
negativamente a algunas zonas regables y dejaron embalses como el de Valdecañas
por los suelos. Esperemos que la nueva normativa sobre desembalses surta
efectos e impida abusos.
En
todo caso habrá que seguir haciendo un uso eficiente del agua por parte de los
regantes, pues ya le hemos visto las orejas al lobo de la sequía y hay que
utilizar el agua sin perder de vista las siguientes campañas de riego.
La
nueva situación hidrológica abre un rayo de esperanza para todos los usuarios
del agua y parece que al menos temporalmente salimos de la sequía, de la
meteorológica y de la hidrológica.
Ahora
sólo falta que los insumos agrarios moderen sus costes y los precios de los
productos que perciben agricultores y ganaderos, aseguren la capacidad de pago
de las explotaciones agrarias y permitan un nivel de vida digno a sus titulares
y el mantenimiento de un sector estratégico para España como es el agrario.
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