ELECCIONES
CATALANAS: LOS NÚMEROS CANTAN
En
España somos muy dados a hacer lecturas rápidas y sacar conclusiones
apresuradas de los resultados de las elecciones, sin pararnos a analizar con
detenimiento los números que sustentan aquellos. Y a veces un análisis sosegado
e imparcial de las cifras da pistas importantes sobre los reales resultados de
las mismas.
Los
últimos comicios habidos en Cataluña son un ejemplo de lo que es sacar
conclusiones apresuradas, e interesadas por otro lado, de las cifras. Lo han
hecho los independentistas catalanes que han lanzado las campanas al vuelo, sin
mucha base que digamos.
El
partido ganador de las elecciones catalanas del 14 F ha sido la abstención
(2.494.382 electores, 46,46 % del total del censo). La participación ha sido
muy reducida: 53,54 %. Un poco más de la mitad de la nómina de electores.
Esta
elevada abstención era previsible que se produjera ya que estos sufragios no
deberían haberse celebrado dada la pandemia existente y el miedo de muchos
electores a salir de casa a emitir su voto por miedo al contagio. Y en el
contexto de un estado de alarma como el que hay decretado en España
actualmente. Pero como al final se celebraron, sigamos con los números.
El
número de electores que se han abstenido es 3,82 veces superior al número de
votos obtenido por el partido más votado PSC (652.858, el 23,04 % del total de
votantes)
Nada
más finalizar el escrutinio, las fuerzas independentistas puras lanzan las
campanas al vuelo y argumentan que Cataluña es independentista. Se olvidan del escaso 53,54 % de participación.
Si sumamos los votos de ERC, JxCAT y la CUP tenemos 1.360.696 votos. Es decir,
de 5.368.992 censo de votantes, sólo es independentista declarado el 25,34 %, o
sea la cuarta parte del mismo. Parecen pocos votos para declarar la
independencia. Ya que un 75 % del censo de votantes no se ha proclamado
independentista. Tiene poca sustancia que solamente el 25 % de los votantes
haya proclamado su afiliación a la independencia. Suponemos que el 75 %
restante del censo de votantes, también tendrá algo que decir sobre el
particular. Si lo referimos al total de población de Cataluña (7.780.479
habitantes) el número de independentistas declarados en las urnas representa el
17,48 %. Escaso bagaje.
Pero
en todo caso la independencia de Cataluña ha de ser, si llegara el caso,
sometida a referéndum, pero en toda España. Eso es lo que establece la
Constitución vigente, mientras no se cambie.
Pero,
es más, ese magro 25 % del censo de votantes se ha obtenido después de que los
independentistas hayan manejado a su antojo los medios de comunicación públicos
(TV3, RAC1) y bastantes privados que sobreviven de los óbolos de la Generalitat.
No parece que hayan obtenido un notable éxito. Ni han movilizado
suficientemente a la gente y no han obtenido más votos que en 2017. Los han
perdido. Entonces obtuvieron 2.079.340 votos: han perdido 718.644. Casi nada.
Conclusión: en 2021 hay menos independentistas puros que en 2017. Un 34,6 %
menos.
Ahora
vamos con los partidarios de un posible referéndum de autodeterminación.
Advertimos desde ya que el tal referéndum es anticonstitucional y sólo en el
resto del mundo es aplicable a estados que salen de procesos colonizadores. Que
no es el caso. Pero hagamos números: Como partidarios de este referéndum
sumaremos los votos independentistas puros, más los de En Comú Podem y la mitad
de los obtenidos por el PSC partido donde la ambigüedad es su componente
principal y por eso le adjudicamos la mitad pues depende de cómo baile el tal
Iceta (ahora Illa que parece que es más serio)
La
suma hace un total de 1.881.751 votos o lo que es lo mismo el 35 % del censo de
votantes. Parece muy osado exigir un referéndum de autodeterminación sólo con
el 35 % del censo total de votantes. La abstención es la que manda. No les
interesa darse cuenta de esto.
Si
hacemos esta cuenta para las elecciones del 2017 comprobaremos que el total de
votos alcanzados fue de 2.709.030. En 2021 han conseguido 827.279 votos menos.
Así
que a partir de ahora volveremos a la cantinela de España nos roba; al
victimismo estrujando a Madrid para seguir chupando del bote; a la lengua
catalana sojuzgando al idioma español al que no dejarán levantar cabeza; al
adoctrinamiento en las escuelas y en los medios de comunicación afines; a las
“esteladas”; al supremacismo catalán; a los cortes de carreteras y de las
calles de Barcelona y otras capitales catalanas con cualquier pretexto; a la
presión contra el que se sienta catalán y español; a la división de la sociedad
catalana y a su enfrentamiento y a la manipulación de la historia, en lugar de
solucionar los problemas económicos y sociales que afectan a Cataluña.
Una
vez calentado suficientemente el ambiente y como tienen mayoría parlamentaria
(obtenida con poco más del 50 % de participación) intentarán una nueva
declaración de independencia. Han dicho por activa y por pasiva que lo volverán
a hacer. Y retornarán a hacer el ridículo más espantoso como ocurriera en 2017.
Y lo peor es que desde Madrid lo consentirán sin tomar las medidas legales para
impedirlo. Porque en Madrid necesitan del voto independentista para seguir en
la poltrona. Supongo que a última hora tendrán que aplicar la ley. No les
quedará otro remedio. España es una democracia y la ley debe imperar sobre
cualquier tipo de interés particular o de grupo.
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