viernes, 13 de enero de 2017

DE MADRID AL CIELO (CONTAMINADO)

Madrid es una conurbación, formada por la capital y su área metropolitana, que alberga una población de alrededor de 4,6 millones de habitantes. Y una enormidad de vehículos privados y públicos. Que contaminan lo suyo. Al parque móvil en invierno hay que añadirle multitud de calefacciones que también emiten a la atmósfera una buena cantidad de gases y partículas, y, en todo tiempo, sumarle la contaminación industrial que también existe.

Estas circunstancias dan lugar a que cuando la meteorología se estabiliza, es decir cuando sobre la capital se instala un anticiclón en el que la circulación del viento está muy atenuada y tampoco llueve, se origina una concentración de gases y micropartículas en las proximidades del suelo que puede tener efectos nocivos para la salud de la población.

Y la salud es lo primero. Por eso el Ayuntamiento tiene plena competencia y, en consecuencia, es responsable de mantener unos niveles de contaminantes en la atmósfera que estén dentro de los límites prescritos por la normativa, especialmente por la OMS (Organización Mundial de la Salud).

Pero la toma de decisiones por parte del Consistorio no puede responder a la improvisación sino que tiene que basarse en un plan detallado y fundamentado diseñado con anterioridad a que sobrevengan los acontecimientos contaminantes. El cual ha de ser puesto en conocimiento de los ciudadanos mediante una comunicación en lenguaje entendible por estos.

Y creo que es un plan lo que ha faltado en el reciente episodio de polución atmosférica acaecido en Madrid y que ha ennegrecido su cielo. Ha habido improvisación “a punta pala” que dicen los castizos. Y claro los resultados no han podido ser más nefastos para los madrileños.

El susodicho plan habría de contemplar todos los aspectos del problema. Por su importancia  sugiero a los responsables municipales alguno de ellos. Creo que son los más importantes. Pero habría más.

1 – La red de medida tiene que ser capaz de representar lo más fielmente posible los niveles de contaminación que hay en el espacio y en el tiempo. Para conseguirlo ha de contarse con un número de equipos de medida estratégicamente distribuidos, de modo que se pueda disponer de una imagen lo más exacta posible de la situación reinante.
2 – Estos equipos han de estar homologados y ha de procederse a su calibración periódicamente mediante un protocolo que hay que cumplir a rajatabla. Espero que los sensores de medición estén reflejando la realidad de la contaminación y de los elementos que la producen.
3 – Hay que tener en cuenta circunstancias personales en los protocolos de actuación. Por ejemplo los que habitan en el centro, “la almendra” como se denomina en el argot municipal, no pueden ser los paganos exclusivos del problema. Y han de preverse situaciones de enfermedad u otras para establecer las oportunas excepciones. Lo de impedir la circulación de vehículos con matrículas pares o impares sin que existan matices puede dar lugar a problemas sin cuento.
4 – El parque de vehículos públicos ha de ser el menos contaminante para dar ejemplo. Creo que no es el caso de Madrid donde el transporte público no es ejemplo de buen trato ambiental. Hay que renovar con prontitud la flota de autobuses.
5 – Esos días excepcionales el transporte público colectivo debiera ser gratuito para poder compensar un poco al ciudadano las molestias que sufrirá.
6 – En paralelo hay que dotar a la ciudad de una serie de aparcamientos disuasorios situados en la periferia y gratuitos, desde los cuales pueda accederse con facilidad a la “almendra” en transporte público.
7 – Y muy importante. El proceso no puede tener un fin recaudatorio. Si así fuera los ciudadanos tendría una justificación para saltarse las normas. Si se vela por su salud no puede ser a costa de robarles la cartera.

El último episodio contaminante ha sido tratado con una notable torpeza por el Ayuntamiento madrileño. Se prohíbe un día la circulación de vehículos con matrículas pares; como consecuencia se reduce ligeramente la contaminación quedándose ésta al borde del límite máximo permisible; si continúa la estabilidad climática, la decisión no puede ser levantar la prohibición. Ya que al día siguiente estaremos en las mismas. Y habrá que volver a las andadas.

El mencionado plan habría de contener los límites hasta donde ha de reducirse el nivel contaminante para poder levantar las prohibiciones, cuando se mantengan las circunstancias climáticas.

Esperemos que la señora Carmena y sus colaboradores hayan sacado las conclusiones precisas de este episodio. Para que en el futuro las cosas se hagan mucho mejor que esta vez. Y que respondan a un plan previamente acordado.

Y por último en episodios de este tipo la ideología hay que guardarla en un baúl con siete llaves. Porque los ciudadanos la tienen de todos los colores. Hasta hay algunos que carecen de ella.


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