LA CAÍDA DE LOS
DIOSES
Esta entrada es un poco
más extensa de lo normal para compensar el silencio veraniego.
Hasta hace unas semanas en que se ha visto
obligado a confesar algunos de sus manejos
fiscales, Jordi Pujol sr era un dios en Cataluña. En el resto de España donde
ya se sospechaba la existencia de actuaciones familiares irregulares su carisma
era mucho menor. Entre las razones que han llevado al patriarca a desembuchar
sus presuntas ilegalidades fiscales podía encontrarse la prescripción de los
delitos. Pero la prescripción no implica que el delito no se haya cometido, sino
sólo que por el transcurso del tiempo queda sin sanción. Pero delito, haberlo
lo ha habido.
Envuelto
durante más de 30 años en la bandera catalana y heraldo de un nacionalismo
fagocitador de ayudas y recursos españoles, en la última etapa el “ ex molt
honorable” , se había subido al carro del secesionismo catalanista para poder
seguir medrando él y su familia a costa de los catalanes y por extensión del
resto de los españoles.
Unas
informaciones publicadas en la prensa madrileña - en los medios de comunicación
catalanes dado su grado de servilismo, hubiera sido impensable esta denuncia a
pesar de que los hechos se estaban produciendo ante sus propias narices - han
destapado un escándalo de proporciones enormes y uno de los icebergs de corrupción más importantes
de nuestra desastrada España y hasta ahora, todo puede superarse, el mayor y
más emblemático de Cataluña.
Pujol
ya mostró su habilidad en la transición, engañando a tirios y troyanos, o sea
al PSOE y al PP, haciéndose el imprescindible con sus diputados en el Congreso
obtenidos gracias a una ley electoral favorecedora de los nacionalismos y
sacando el jugo a unos y otros utilizando sus votos de origen un tanto espurio.
Paralelamente
consiguió que los catalanes le identificasen a él con Cataluña, de modo que
cualquier crítica hecha a su gestión se convirtiese de inmediato en una
agresión a su país, con la cantinela repetida machaconamente de que España
odiaba a Cataluña y con el slogan aún más simplista todavía de que “Madrid nos
roba”.
Así
él y sus secuaces han ido construyendo una Cataluña enfrentada a España a base
de prostituir la historia, enseñándola desde la escuela a las nuevas
generaciones, mientras a la par se montaba el tinglado de mordidas y comisiones
que ahora, probablemente por la crisis y también por la deriva secesionista, se
está poniendo patas arriba y demostrando que en Cataluña, como en el resto de
España, hay una corrupción sistémica de
gran parte del estamento político.
A
Pujol y familia, según parece y todavía presuntamente, les han cogido con las
manos en la masa, con presuntos miles de millones de euros procedentes de las
comisiones del 3 % o de porcentajes tal vez más elevados, evadidos a paraísos
fiscales. A partir de ahí un montón de negocios llevados a cabo con estos
ilícitos fondos obtenidos en la más absoluta impunidad, hasta ahora, que tapaba
el jerarca exhibiendo una aureola de ética, con la que en el colmo del cinismo
pretendía dar lecciones a los catalanes, que adoctrinados desde la escuela,
creyeron que el patriarca y su sucesor Más con la ayuda de ERC les iban a
llevar, como Moisés a los israelitas, a la tierra prometida, es decir a la independencia
catalana en la que manaría leche y miel para todos. Sobre todo para ellos,
claro.
De
camino al paraíso ya se estaban forrando unos cuantos, principalmente el clan
familiar y una serie de adláteres cuyas fechorías y robos de dinero público irán
saliendo a la luz, a poco que la Justicia realice adecuadamente su trabajo, que
ya veremos.
Tras
reponerse de las críticas y en menos de un mes el patriarca contraataca. Por un
lado y con el fin de retrasar el proceso judicial va a ir contra los bancos andorranos
que dieron información sobre sus cuentas opacas allí existentes, y adivinen
ustedes la otra línea de defensa: ¡Se ataca en su persona al proceso
soberanista catalán¡ ¡Qué original , el tío¡ Pretende seguir envuelto en la “estelada”.
Como
hay muchos pringados de alto copete político y de prácticamente todos los
partidos tanto en Cataluña como en el resto de España, existe una alto riesgo
de que, con una Justicia intervenida políticamente como la que padecemos, se
corra un tupido velo sobre los episodios de corrupción que a cientos orlan el
mapa de España de norte a sur y de este a oeste, pasando por el centro de la
nación, donde también hay lo suyo.
Si
esto ocurriera, cosa harto probable, sería la estocada definitiva para cargarse
la todavía joven democracia española, en la que sería difícil que los
ciudadanos de a pie volvieran a creer.
Así
que por el bien de los españoles es conveniente que cada palo aguante su vela y
que paguen los culpables. Aunque esto suponga la caída de los dioses. Dioses
con pies de barro, por cierto.
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