GUATEQUES DE LOS 60
La
televisión andaluza Canal Sur emite un programa que lleva por título El Legado y
que presenta Enrique Romero. Trata temas diferentes cada semana.
Este
mes de agosto, uno de los programas de El Legado estaba dedicado a los
guateques que disfrutamos y en los que fuimos protagonistas los jóvenes de los
años 60 del siglo pasado. Todos los que asistimos a aquellas saraos tenemos al
día de hoy una edad provecta. Por
desgracia y dado el tiempo transcurrido algunos de los asistentes a aquellas
fiestas ya no están entre nosotros.
Un
guateque era una reunión de un grupo de jóvenes amigos (incluidas las chicas),
que tenía lugar generalmente en las casas de los componentes de aquellas
pandillas. Las celebraciones se iban rotando de un domicilio a otro a través
del tiempo. Se llevaban a cabo los fines de semana, sábados y domingos. La
fiesta consistía en bailes amenizados con melodías de la época. Se animaba la fiesta
ingiriendo los participantes combinados de bajo o medio tenor alcohólico. La
bebida estrella era el “cap” una especie de sangría fría de diferentes
composiciones que se servía a todo el mundo. Poco a poco se fueron
introduciendo los “whiskies” de fabricación española cuyo representante
principal era la marca DYC, fabricado en Segovia, que se tomaba con soda o con
coca-cola, los “gin tonics” bautizados
con una excelente ginebra malagueña de la marca Larios y los famosos “cuba
libre” de ron Bacardí acompañados de la inevitable coca-cola.
Se
bailaba música de la época. Estábamos en los albores del pop hispánico que
tenía como ejemplo a seguir el de los Beatles y que en España produjo unos excelentes
conjuntos musicales: Los Brincos, Los Bravos, Pekenikes, Micky y Los Tonis, Los
Canarios, Duo Dinámico, Los Sirex, Los Surf y algunos otros, junto a cantantes
solistas muy románticos como Adamo, Guigliola Cinquetti, Silvie Vartan o
Francoise Hardy entre otros muchos.
Las
canciones de estos grupos y solistas animaban unos bailes muy castos, el
nacionalcatolicismo imperante en España y las costumbres patrias así lo
dictaban, pero que permitía a los chicos tirar los tejos a las chicas que les
gustaban y viceversa las chicas también elegían sus parejas favoritas. En esto
les aseguro que la igualdad era absoluta.
Al
principio había mucho baile “agarrado”, lo cual es un decir porque las chicas
te impedían cualquier mínimo intento lascivo, mediante la colocación de su
antebrazo derecho en tu hombro izquierdo y no había manera de intentar algo que
superara la norma de decencia imperante. Luego la cosa evolucionó y la
aparición del rock and roll y del twist animaban mucho más la fiesta, con lo
que la situación era bastante más movida, cuando estas piezas se reproducían en
los correspondientes tocadiscos que lanzaban al viento las canciones grabadas
en los microsurcos de los discos de vinilo que giraban a 33 o 45 rpm
(revoluciones por minuto).
El
programa de la televisión andaluza, estuvo muy bien realizado con un presentador
muy dinámico que entrevistó a diversos cantantes de la época y glosó con mucho
acierto la historia de los principales grupos y solistas de entonces y llevó a
la audiencia televisiva de hoy una imagen bastante exacta de los guateques de
antaño.
Para
mí el programa de El legado de los Guateques me retrotrajo a mi juventud y a
una época muy diferente a la actual. A mis momentos de estudiante en Plasencia
y Salamanca y luego en Madrid. Estábamos en una España autárquica, aunque ya por
entonces se adivinaba la apertura del régimen franquista que presionado por las
naciones desarrolladas y los organismos internacionales empezaba a dar señales
de cierta “libertad” que luego alcanzaríamos de manera plena con la democracia.
Libertad que actualmente se encuentra manipulada y teledirigida. Pero esta es
otra historia.
La
fiesta del guateque finalizaba sobre las 10 de la noche, había comenzado
alrededor de las siete de la tarde, en el momento en que los dueños de la casa
hacían acto de presencia, pues generalmente regresaban al hogar después de
asistir a una sesión de cine. Una vez comprobado por los titulares de la
vivienda que todo estaba en orden, los asistentes comenzábamos a abandonar el
evento, con la mirada puesta en que llegara cuanto antes el siguiente guateque.
Era una nueva oportunidad de estar cerca de la chica que nos gustaba. Supongo
que a ellas les pasaría lo mismo.
Hoy
día de aquellos miríficos y castos guateques queda nada o muy poco si es que
queda algo. Los botellones y fiestas multitudinarias hasta altas horas de la
madrugada o hasta la salida del sol han sustituido al discreto guateque de
antaño que ha pasado a ser recuerdo de nostálgicos como yo.
Por
eso el programa andaluz de El legado de
los guateques, trajo a mi memoria recuerdos muy agradables y la evocación de un
buen número de amigos (y amigas) con los que pasé una feliz adolescencia y
juventud.
Y
para finalizar sólo me resta exclamar como hiciera Cicerón: ¡O tempora, O
mores¡
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